domingo, 6 de marzo de 2011

Y sin embargo.

"Lo primero que quise fue marcharme bien lejos"
Las cosas pasaban deprisa por la ventanilla del tren. Las gotas de lluvia resbalaban por el cristal. Mi sueño de ser libre por fin se estaba cumpliendo, y yo llorando como una tonta, encogida en la butaca y despeinada. Así hasta que no pude más y me quedé dormida. Pensaba que era más fuerte, pero en el fondo solo soy otra chiquilla ñoña más... y mierda, debería de ser la persona más feliz del mundo. Y lo era, sólo que tenía los ojos llenos de lágrimas.
Iba hacia el mar. Hacia donde siempre quise pertenecer, pero nunca sería de allí. Pero tampoco me sentía de ningún otro lugar, siempre quise escapar de donde nací. Esta horrible sensación de ser de ninguna parte, o de todas a la vez. Supongo que siempre será así, siempre de un lado a otro, sin echar nada ni nadie de menos. Tengo una magnífica habilidad para eso.
Se me iban cerrando los ojos al mirar por la ventanilla, cada metro que recorría era romper un poco más con toda mi vida anterior. Todo.

Y se me empezaron a venir recuerdos a la cabeza, de cuando era pequeña, de comer cerezas subida a un árbol en mi pueblo, de pisar charcos cuando llovía, las golondrinas negras cortando el cielo, hacer fortalezas de nieve, jugar a cualquier cosa en un parque... y la gente a la que nunca volvería a ver, los amigos de verdad y los no tan de verdad... se supone que era una vida normal, bueno, depende de lo que se entienda por normal. Deberías ser más feliz con lo que he vivido. Y aun así quiero más.
Pero iba a empezar algo nuevo, no podía dejar todos esos recuerdos rondando por mi cabeza. Así que empecé a ordenarlos, a doblarlos y a esconderlos en sus sitios, como si fueran mis camisetas de rock.
Tardé mucho y solo conseguí llorar más, por el cambio. Pero al final terminé y quedó todo genial. Limpio y ordenado, parecía nuevo. Sólo dejé fuera alguna canción de las que cuando oigo me entran ganas de saltar, las cosas en las que creía, unos pocos versos de Neruda y de Sabina (ellos me han enseñado a escribir), un poco de locura, manchas de acuarela y las cosillas que se necesitan para vivir. Lo justo, ni más ni menos.
Dentro de poco todo aquello volvería a llenarse. Sería otra vez un caos de recuerdos geniales, de noches sin dormir, de momentos en los que parece que todo se va a acabar, de nuevos amigos... en fin, sería mi vida.
Y yo, dentro un tren, con todo lo que me quedaba metido en dos bolsas, desperté con las pestañas mojadas y los ojos rojos. Ya había llegado... y esta vez nadie me esperaba.

¡PAZ!

2 comentarios: