lunes, 28 de marzo de 2011

another brick in the Wall!

Y yo que pensaba que Madrid no era para mí. Me recorrí todo el centro, todo lleno de cosas, todo a lo grande. Pasé la tarde de un lado para otro... Pero no estaba allí para eso, no.

Yo iba a ver a uno de los grandes, uno de mis ídolos, el fundador de Pink Floyd, ¿sabes cómo suena el bajo de Money? Es él.
Y yo ahí, pupilas dilatadas, con escalofríos por la nuca, respirando deprisa; mirándole sin perderme ni un detalle, ni una nota.

Por su maldito grupo yo conocí al rock. Y las locuras de Syd. Y los solos de guitarra infinitos de Gilmour. Y por ellos quiero ver Londres. Pink Floyd es mucho para mí.
The Wall. Tirad el muro. No necesitamos educación. Ladrillo a ladrillo se puede desmoronar todo, y si quieres, te ayudo.

Miles de voces gritando la canción que tanto habíamos escuchado, miles de mentes vibrando con las cuerdas de una guitarra. Corazones latiendo al ritmo de una batería. Lo hemos vivido juntos. Y aquello es algo muy grande ¿sabes? Y no desaparecerá nunca. No para nosotros.

US. Not them.

¡PAZ!

lunes, 7 de marzo de 2011

Go ask Alice.

Esta no es mi época, hoy lo siento más que nunca. Las revoluciones han pasado, el sueño se ha roto y ahora en el mundo las personas siguen a la masa como un rebaño. Y ser diferente parece pecado.

¿Y si ese pequeño trozo de papel pudiera llevarme allí? Sería mi billete hacia la psicodelia, sólo hay que tragársele y esperar que haga efecto:
Quiero ser como Alicia y colarme por un espejo hacia mi mundo ideal de colores, seguir a un conejo blanco y que todo mi universo se disuelva, abrir las puertas de la percepción...
Ver a Jim Morrison cantando tirado en el escenario, con el cable del micrófono enroscado, a Janis y su voz rota sacando ese blues que lleva en la sangre, a los Rolling Stones dando saltos, desgreñados y con ese rock salvaje, Pink Floyd en la peor época de Syd, con sus ojeras y esa locura que le sientan tan bien. El gran Hendrix, un dios de los solos ácidos de guitarra. Y los Beatles, tan monos con sus trajes y cantando canciones ñoñas, pero que me enamoran. Quiero pasear por los clubs underground de Londres vestida con una bandera de Reino Unido, como cierto guitarrista mod. Ir en vespa. Viajar en una furgoneta pintada de colores, fumar, fumar, fumar, hasta que no me sienta y bailar después al ritmo de una guitarra. Ir vestida con cualquier trapo de colores. Hacerme rastas en el pelo y ponerme abalorios.
Y no querría volver nunca.
sexo, drogas, rock&roll y paz.
Quiero estar en Woodstock y llenarme de barro. Quiero creer que puedo cambiar el mundo con unas cuantas flores y mi voz. Quiero perder el control y no arrepentirme.
Vámonos de viaje sin maleta ni nada, yo tengo los billetes. Vámonos al lugar de donde vienen las canciones.

¡PAZ!

domingo, 6 de marzo de 2011

Y sin embargo.

"Lo primero que quise fue marcharme bien lejos"
Las cosas pasaban deprisa por la ventanilla del tren. Las gotas de lluvia resbalaban por el cristal. Mi sueño de ser libre por fin se estaba cumpliendo, y yo llorando como una tonta, encogida en la butaca y despeinada. Así hasta que no pude más y me quedé dormida. Pensaba que era más fuerte, pero en el fondo solo soy otra chiquilla ñoña más... y mierda, debería de ser la persona más feliz del mundo. Y lo era, sólo que tenía los ojos llenos de lágrimas.
Iba hacia el mar. Hacia donde siempre quise pertenecer, pero nunca sería de allí. Pero tampoco me sentía de ningún otro lugar, siempre quise escapar de donde nací. Esta horrible sensación de ser de ninguna parte, o de todas a la vez. Supongo que siempre será así, siempre de un lado a otro, sin echar nada ni nadie de menos. Tengo una magnífica habilidad para eso.
Se me iban cerrando los ojos al mirar por la ventanilla, cada metro que recorría era romper un poco más con toda mi vida anterior. Todo.

Y se me empezaron a venir recuerdos a la cabeza, de cuando era pequeña, de comer cerezas subida a un árbol en mi pueblo, de pisar charcos cuando llovía, las golondrinas negras cortando el cielo, hacer fortalezas de nieve, jugar a cualquier cosa en un parque... y la gente a la que nunca volvería a ver, los amigos de verdad y los no tan de verdad... se supone que era una vida normal, bueno, depende de lo que se entienda por normal. Deberías ser más feliz con lo que he vivido. Y aun así quiero más.
Pero iba a empezar algo nuevo, no podía dejar todos esos recuerdos rondando por mi cabeza. Así que empecé a ordenarlos, a doblarlos y a esconderlos en sus sitios, como si fueran mis camisetas de rock.
Tardé mucho y solo conseguí llorar más, por el cambio. Pero al final terminé y quedó todo genial. Limpio y ordenado, parecía nuevo. Sólo dejé fuera alguna canción de las que cuando oigo me entran ganas de saltar, las cosas en las que creía, unos pocos versos de Neruda y de Sabina (ellos me han enseñado a escribir), un poco de locura, manchas de acuarela y las cosillas que se necesitan para vivir. Lo justo, ni más ni menos.
Dentro de poco todo aquello volvería a llenarse. Sería otra vez un caos de recuerdos geniales, de noches sin dormir, de momentos en los que parece que todo se va a acabar, de nuevos amigos... en fin, sería mi vida.
Y yo, dentro un tren, con todo lo que me quedaba metido en dos bolsas, desperté con las pestañas mojadas y los ojos rojos. Ya había llegado... y esta vez nadie me esperaba.

¡PAZ!