jueves, 12 de abril de 2012

Que no miento si juro que daría por ti la vida entera.

Por ti mi vida entera.
Antes te escribía casi cada día, con la esperanza de que las palabras que produce mi locura te gustaran.
Hoy, mi cama aún tiene nuestro olor. Un aroma que me hace sentirme protegida y acompañada, y que a la vez, me hace echarte tanto de menos... Huele a tu piel, a sonrisas y caricias, a sueños, a amor y a sexo, huele a besos, a felicidad, a ti y a mi juntos. Huele a nosotros.
Es lo único que queda de ti en esta triste habitación, una sombra de tu presencia que cada noche me acompaña hasta que, por fin, consigo dormir para soñar contigo.
Cada vez que te marchas se produce un apagón en mi vida, y te busco por los lugares donde momentos antes estabas tan cerca de mí, esquinas donde aún siento tus besos cuando cierro los ojos.
Imaginar tus abrazos por las noches, tu calor y tu respiración es mi rutina. Sentir mi corazón desgarrarse cada vez que te doy el último beso durante meses, las lágrimas rodar por mis mejillas hasta que mojan la almohada.
Me aferro al vacío que siempre está a mi lado, al recuerdo del sol en tu cara, de tus labios en los míos, de tu pelo, de tus manos, de tus caricias, del latido de tu corazón bajo mi oído. Ésa es mi canción favorita, ese ritmo que nunca cambia, lo que te da la vida y me la da a mi también.
Te amo, más de lo que piensas.