domingo, 9 de diciembre de 2012

Pesadilla.

Sal de ahí. Sal de ahí, siempre metido en mi cabeza. Déjame ser yo misma.
Deja de atormentarme. Deja de revolver pensamientos y emociones. Deja a mi mente descansar tranquila. No quiero seguir luchando cada día contigo, contra tu oscuridad.
Eres horrible, haces daño a quien yo más quiero, haces que de mi boca salgan cosas horribles, haces que actúe de formas que odio. Haces que me odie y me avergüence de mí misma. Vete.
No entiendo qué haces ahí ni sé cuándo viniste.
Te has estado alimentando con mi dolor.
Cada una de mis lágrimas te hace más fuerte.
Me pudres, me carcomes por dentro.
A veces creo que te he matado, pero sólo juegas conmigo, sólo estabas escondido en una esquina de mi cerebro, acechando mis pensamientos, esperando a que bajara la guardia para volver más fuerte.
Y te odio.
Eres un remolino que cambia todo de lugar, un espejo con imágenes macabras que me enseñas mientras duermo, cambias tonalidades de emociones, haces que me olvide de lo importante, haces que confíe en mentiras, me estás vaciando.
Me tienes arrinconada, tomas el control demasiadas veces, sé que debo luchar contra ti y no escapar.
Te voy a matar.
Voy a hacer que te desvanezcas y salgas de mí.
No te voy a dar ni un remordimiento para que te alimentes, y te harás más y más pequeño y débil, hasta que te pueda aplastar fácilmente.
Pero ahora te temo. Eres enorme y negro, y me persigues, y me podrías matar cuando quisieras, porque estoy débil, pero te diviertes jugando conmigo, controlándome, mientras yo lloro sin que nadie me escuche.
Éste es mi grito desesperado, ahora mando yo.
Te voy a matar, te voy a matar y me dejarás tranquila para siempre.
No puedo pedir ayuda. Es cosa mía.
Me conviertes la vida en una espiral de mentiras y falsedad, de la que voy a salir paso a paso.
Tengo luz propia, pero tu sombra negra se la traga.
No vas a poder conmigo, ésta vez no, no vas a volver. Porque te conozco, me sé tus trucos, y no volveré a caer. Juego a ganar.
Te voy a matar, ésto solo acaba de empezar.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Emociones.

Cobardes. Sois unos cobardes. Cerrados en vuestras tristes existencias, en vuestros cánones y pautas a seguir para llevar una vida normal. Normal. Esa palabra me repugna.
Teméis y despreciáis a quienes saben lo que tienen, a los que no quieren perder ni un segundo, a los que no ahogan sus sentimientos.
Estáis dormidos.
¿Quién elige caminar pasando desapercibido pudiendo volar?
Vosotros mismos os cortasteis las alas, y no os dolió, porque vivís anestesiados.
Os reís de los que gritan, de los que lloran, de los que aman. Odiáis las emociones.
Y yo, con toda mi fuerza, os odio a vosotros.
Porque yo grito, lloro y amo. Yo sé lo que es sentir. Yo vivo de verdad.
Y vosotros sólo me dais falsas mentiras, emociones amortiguadas que se deshacen como ceniza.
Casi lo conseguisteis. Golpe a golpe, por poco me robáis mi ilusión.
Pero no podéis conmigo. Nadie puede.

Yo salto y nadie me alcanza, yo quiero comprender la realidad, quiero romper con la fuerza de un grito vuestras tristes barreras.
Quiero daros alas, quiero abriros los ojos, quiero que viváis como yo.
Sé que sois incapaces de comprender
Sé que mis palabras pasarán desapercibidas.
Y vuestras tristes vidas pasarán, sin pena ni gloria como los coches bajo mi ventana.
No me digáis que algo falla en mi cabeza, yo soy libre aunque tratéis de imponerme vuestros barrotes.
El fallo está en vuestras mentes.
Aunque seáis mayoría no tenéis razón.
Recordadlo, porque yo no voy a ser olvidada.